¿Está pensando alguien estos días en el alumnado?
Llevo tiempo, especialmente desde que estamos confinados por decreto, fijándome en las declaraciones de la mayoría de profesionales de la educación acerca de qué debe y qué no debe hacerse con el alumnado. Yo mismo estoy proponiendo cargarme las EvAU y poner, algo parecido a lo que tanto me critica un edutuber, una especie de acceso sin reservas a estudiar cualquier carrera universitaria o ciclo formativo de grado superior, donde no hubiera restricción de plazas. Por lo visto ese edutuber, que nunca ha dado clases en formato presencial y que tiene una ojeriza personal hacia mi persona, tiene claro que lo que debe conseguir un alumno es con esfuerzo y sacrificio. Que dicha decisión perjudicaría al alumnado que lleva esforzándose a lo largo de todo el año. Pues vale, es una opción tan válida como la mía pero…
¿Alguien está escuchando qué pide el alumnado? ¿Alguien está preguntándoles cómo llevan el confinamiento? ¿Alguien se para a pensar en su estado de ánimo, la ansiedad o la situación en la que están viviendo? Hay alumnado que vive en pisos de 50 metros cuadrados, otros lo están sufriendo sin conexión a internet y, finalmente, la inmensa mayoría están más que perdidos en la situación actual. Y a día diez de abril no tienen ni idea qué pasará con el curso, las pruebas de acceso a la Universidad, las prácticas en empresa,… ni, al igual que nosotros tienen ni pajolera idea de cuándo volverá la normalidad. Y son, al final, para los que trabajamos los que estamos en educación. Sin alumnado, ni el trabajo de los docentes ni de las administraciones educativas tendría ningún sentido. Eso sí, no queremos escucharles. Por cierto, cuando lo hacen, mediante algún representante, ya buscamos excusas para cuestionar a ese representante (o bien por edad, o bien por tener una ideología, o bien por, y eso se lo he oído a un docente en Twitter, “tener aspecto de tonta”).
Claro que los docentes son los responsables de gestionar cómo enseñar y establecer las estrategias para el mejor aprendizaje de los chavales. Por cierto, los docentes no son responsables de qué enseñar ni cómo evaluar. Eso viene marcado por unas pautas legales que dicen qué debe evaluarse y cómo reflejar esa evaluación. Son las administraciones las que deciden con cuántas asignaturas se promociona, la estructura de la EvAU, la existencia o no de numerus clausus o, simplemente, qué currículum debe seguirse. Así que nadie se arroje una potestad que no tiene. Al igual que en cualquier profesión, los docentes no pueden ir por libre y si la administración regula que, para estos días no debe avanzarse temario, no debe avanzarse temario. Si se dice que no deben usarse determinadas herramientas, no deben usarse. Si dijera en una norma que, a partir de ahora debe aprobarse a todo el alumnado, se le aprueba. Claro que es lícito cuestionar esas decisiones, al igual que yo, por ejemplo cuestiono el modelo de confinamiento pero sé que debo acatarlas. Es que esto de ir por libre en docencia ya cansa. Hacer cada uno de su aula un sayo es, aparte de contraproducente, a veces ilegal.
Los docentes pueden pensar en el alumnado de forma particular. Basándose en su experiencia concreta, conociendo a su grupo concreto y, en ocasiones, preguntándoles qué necesidades tienen. El alumnado tiene necesidades y derecho a ser escuchados. Es que, a veces me da la sensación que algunos jamás les escuchan. Ni tienen ganas de hacerlo. Otro tema es que se les haga caso o no si lo que proponen es muy disparatado. Lo importante es escucharles. Algo que no evita que cada uno pueda opinar lo que le apetezca acerca de qué cree que es lo mejor para ellos. Hay docentes que quieren sangre, sudor y lágrimas. Otros que quieren un aprendizaje en el que el alumnado aprenda como le dé la gana, sin ningún tipo de presión y envuelto entre algodones. Pero, ¿os habéis preguntado qué piensa el alumnado? Porque, sinceramente, estos días no he visto a ningún docente que responda a ningún alumno ni, más allá de escribir “qué guay se lo están pasando haciendo videoconferencias conmigo” o “qué mensajes más chulos estoy recibiendo de alguno de mis alumnos”, se haya planteado publicar en abierto qué piensan de esa situación los cientos de miles de alumnos que, en estos días, andan mucho más perdidos en ocasiones, que muchos de nosotros.
Al igual que los docentes nos quejamos de que la administración, cuando regula ciertas cosas en educación, no nos escucha, deberíamos plantearnos si nosotros, a la hora de hacer o proponer ciertas cosas, estamos escuchando al alumnado. Si no es así hay una palabra para describirlo: hipocresía. No seamos hipócritas. Escuchemos a los alumnos. No hablemos por ellos ni digamos que piensan lo que nosotros creemos que están pensando. Son el motivo fundamental por el que existe la educación. Creo que ya toca empezar a escucharles.
La comunidad educativa es mucho más grande que la asignatura de uno o la gestión de procesos educativos. La comunidad educativa la forman alumnos, docentes y familias. Y el que no quiera ver que sin los tres, aportando ideas, escuchándose y negociando, nada tiene sentido, tiene un problema.
Un abrazo a aquel alumnado que, por desgracia, le ha tocado vivir una situación totalmente anómala. Simplemente deciros que… ¡de ésta se sale!
TOMADO DE XARXATIC por Jorge Martí
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