martes, 10 de julio de 2018

Reducir las calificaciones para humanizar la evaluación

Reducir las calificaciones para humanizar la evaluación


Entre la normativa y la práctica sobre la evaluación existe una distancia que conviene acortar si se desea una mejora en la manera en que el alumnado aprende y en sus resultados. Me permito añadir además que, entre sus objetivos, la escuela debe contribuir a humanizar la sociedad.
Las normativas sobre evaluación dejan claro que esta debe ser continua y servir para tomar decisiones que mejoren el proceso de aprendizaje. Por ejemplo, la normativa andaluza afirma que lasamuel-zeller-699374-unsplash evaluación:
“será continua por estar inmersa en el proceso de enseñanza y aprendizaje y por tener en cuenta el progreso del alumnado, con el fin de detectar las dificultades en el momento en el que se produzcan, averiguar sus causas y, en consecuencia […] adoptar las medidas necesarias dirigidas a garantizar la adquisición de las competencias imprescindibles que le permitan continuar adecuadamente su proceso de aprendizaje” (Orden de 14 de julio 2016).
Sin embargo, si preguntamos a los alumnos y a las alumnas qué es para ellos la evaluación, esta tiende a ser identificada con los exámenes y las notas. Es decir, a pesar del discurso oficial (y docente), se sigue practicando casi exclusivamente una evaluación sumativa y calificativa.

¿Cómo acercarse a la evaluación formativa y humanizadora?

De todas las perspectivas con las que se aborda esta cuestión angular del sistema educativo, la propuesta de reducir o eliminar las calificaciones es la que más se acerca al objetivo de humanizar la escuela. La idea, extendida últimamente gracias al colectivo Teachers going gradeless, es a la vez sencilla y difícil. Sencilla, porque se trata de reducir las calificaciones o incluso eliminarlas. De entrada, supone reducir el tiempo y energía que se dedica en la escuela a calificar. Hagan ustedes el cálculo de horas dedicadas por el alumnado a realizar pruebas, simulacros, devolución de resultados, etc.  En algunos cursos puede alcanzar el 20% del tiempo lectivo. Sin notas, se disminuye también el efecto del ego-feedback, que es la consecuencia cuasi exclusivamente emocional que provoca una calificación.
Quienes se atreven con la experiencia se dan cuenta de que, al reducir o eliminar las notas, hay una parte del andamiaje escolar que se tambalea: la cultura que asimila las notas como eficaz sistema de control, a base de premios y castigos, una especie de sustitución indolora de los castigos corporales antaño omnipresentes. Las notas están siendo piedras en el camino para aquellos/as docentes que desean instaurar una cultura de la confianza en sus clases y un predominio de la motivación intrínseca hacia el aprendizaje.
La cultura de las notas, de la que es difícil quitarse, ha de ser sustituida por una cultura del feedback, de la evaluación cualitativa y continua. Son conocidos (y explícitamente propuestos en las normativas) los instrumentos que se pueden emplear: porfolios, tablas de observación, rúbricas de un solo punto, etc. Más importante es el proceso de la evaluación: cómo se involucra al alumno o la alumna en la recogida de evidencias, cómo se dialoga con él o ella para valorarlas, cómo se plantean las tareas que debe abordar para lograr los objetivos de aprendizaje. Es un proceso que pone en el centro al alumnado. A lo largo del mismo, el papel de guía del profesor o profesora es esencial, así como las oportunidades que creen para que el propio alumno reflexione y contraste con otros compañeros las evidencias de su aprendizaje.

¿Por dónde empezar?

Haga la lista de lo que quiere que su alumnado aprenda (el currículum debe ser el origen de la propuesta). Establezca prioridades y orden. Y a medida que va avanzando el proceso de aprendizaje, introduzca entrevistas personales con alumnos y alumnas para valorar sus logros de manera cualitativa. Aproveche los momentos en que están realizando una tarea en clase de manera autónoma (individual o en grupos). Anote los progresos de cada alumno en una rúbrica de un solo punto, así como las decisiones sobre cómo lograr los aprendizajes que aun no domina el alumnado. Puedeevan-kirby-101570-unsplash emplear también un porfolio para documentar el proceso. Y elimine las calificaciones en las pruebas o elimine directamente las pruebas. Si tiene otras evidencias del aprendizaje, ¿para qué quiere las pruebas escritas? Ganará mucho tiempo ahí.
“Sí, pero, me piden una nota al final de curso/trimestre, ¿qué hago?”. En realidad, lo mismo que debería hacer si emplea otros instrumentos de evaluación. Partiendo de los estándares de evaluación, establezca el peso que considere a cada uno y bareme en función de los estándares conseguidos (puede emplear los estándares en la rúbrica de un solo punto). Es interesante incorporar en este momento el diálogo con el alumnado, en coherencia con el resto del proceso.
En los informes de evaluación la persona docente puede describir de una manera mucho más precisa los logros de su alumnado explicitando lo que ya sabe y lo que tiene pendiente de aprender. Del mismo modo que ha ido dialogando con el alumnado a lo largo del proceso, se puede informar a las familias también. Una de las experiencias más interesantes es que sea el propio alumno o la propia alumna quien elabore sus informes, como puede verse en este ejemplo de Aaron Blackwelder.
De manera unánime, los docentes inmersos en este proceso de reflexión y cambio hacia unas prácticas de evaluación sanas, manifiestan la satisfacción de estar generando un clima de aula centrado en los aprendizajes mediante el diálogo con los alumnos sobre cómo abordar con cada uno sus retos personales. Se trata de un proceso de humanización de la evaluación, donde lo importante es la persona y no los números que se asocian a ella.
Enlaces: Grupo de Facebook Teachers Going Gradeless
Mariana
MARIANA MORALES LOBO Es licenciada en Filología Hispánica. Actualmente se desarrolla profesionalmente como consultora freelance  formadora de profesorado (formando a más de treinta claustros). Ha trabajado como profesora y tutora de ESO y Bachillerato, presidenta del AMPA del CEIPSO Santo Domingo. En Twitter la puedes encontrar como @MarianaMorale19.

FUENTE :        EVALU-ACCIÓN

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