El síndrome de Tourette (más conocido como “tics”) es un trastorno de origen neurológico que afecta los movimientos de los niños. Este movimiento resulta ser involuntarios, rápidos y repetitivos.
Los primeros síntomas surgen entre los 7 y los 10 años de edad. Estos síntomas mayormente desaparecen o se tornan menos perceptibles con la llegada a la adolescencia y, en muchos casos, luego desaparecen.
Mayormente estos síntomas aumentan tras episodios de estrés y disminuyen luego que el niño se ha relajado.
Es importante decir que si bien los síntomas de este síndrome son (como se expresó más arriba) involuntarios, no necesariamente quiere decir que las personas no tengan conocimiento o percepción de lo que ocurre, pues muchas veces sí son conscientes pero simplemente no pueden evitarlos.
Por otra parte, dicho síndrome puede presentarse con mayor frecuencia durante cierto tiempo y disminuir la presencia de los mismos durante otros períodos. Asimismo estos tics son rápidos y exigen de movimientos bruscos.
Los tics se pueden clasificar desde simples hasta complejos. Generalmente comienzan en la zona de la cabeza pero se puede extender a diferentes partes del cuerpo.
¿Este es un síndrome de tipo hereditario?
Aunque bien no se puede indicar con simpleza los patrones genéticos que sigue dicho síndrome lo cierto es que este síndrome es hereditario.
Por otra parte el tipo de género también es relevante en estos casos ya que los varones tienen mayores probabilidades de heredarlo que las mujeres.
Trastornos secundarios del síndrome de Tourette
A menudo, las personas que presentan este síndrome indican que también padecen de hiperactividad, impulsividad o déficit de atención.
Otras personas presentan algún tipo de problema asociado con la lecto-escritura o la aritmética. Además pueden tener trastornos obsesivos compulsivos, emocionales severos, de ansiedad, depresión, entre otros.
Tratamientos del síndrome de Tourette
Ciertamente, como este tipo de síndrome tiene un origen neurológico no existe una cura pero sí una serie de tratamientos.
Por las posibles complicaciones antes descritas (y sólo en casos que un especialista lo considere necesario) estas personas podrían necesitar de cierta medicación para sentirse más estabilizadas emocionalmente.
Sin embargo se han encontrado resultados positivos al utilizar psicoterapia en estos pacientes pues si bien no es un trastorno que tenga su origen en lo social, sí puede afectar a la persona en este aspecto.
Dentro de la psicoterapia lo que se intenta es que el paciente tome conciencia que padece de este síndrome y así comenzar a ayudarlo a que él/ella maneje lentamente sus problemas sociales o emocionales que resultan ser (muchas veces) los síntomas secundarios asociados con este síndrome.
Además se puede hacer hincapié en la motricidad y la enseñanza de los impulsos predeterminados (conscientes) de los músculos que usualmente se asocian con el síndrome. Por ejemplo, estimular los músculos oculares si el tics original se encuentra en esta área.
Consejos para docentes con alumnos con síndrome de Tourette
Aunque las personas con este síndrome pueden no presentar ningún problema asociado con el aprendizaje, en ciertos casos (sobre todo cuando se lo asocia con los trastornos secundarios) el niño podría necesitar cierto apoyo o refuerzo escolar.
En estos casos es importante ser tolerantes y compasivos con ellos.
Animarlos a que desarrollen todo su potencial al máximo.
A menudo pueden ser necesarias las clases particulares.
En cuanto a los exámenes se recomienda realizarlos de forma oral, sin limite de tiempo y en aulas sin otros niños.
Tomado del blog LA ESCUELA EN LA NUBE.
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