lunes, 2 de enero de 2017

Desde Terman hasta nuestros días: Otros cien años de investigación



Desde Terman hasta nuestros días: Otros cien años de investigación

Comenzamos un año nuevo, que os deseo sea fructífero personal y profesionalmente, con una aportación de extraordinario relieve científico. Se trata de un artículo publicado por David Lubinski, uno de los codirectores del SMPY (Study of Mathematically Precocious Youth), comenzado por Stanley a principios de los años 70. Cualquiera que sepa algo del campo de la precocidad intelectual debería conocer a Julian Stanley y los centenares de estudios que publicó, pero por si alguien dudase de su relevancia científica, esto es lo que decía de él Lee Cronbach en su fiesta de despedida:
Pues en el artículo que se presenta aquí se habla mucho de ambos. Es un artículo largo, complejo en algunos puntos, pero extraordinariamente relevante por su comprensividad, amplitud, documentación y dimensión longitudinal. Es de esas piezas, como la de la entrada anterior (otros cien años de investigación), que solo se pueden contestar con otras evidencias que sean contrarias, si las hubiere, pero no con opiniones personales superficiales o desinformadas. La pregunta es siempre la misma: sobre esto ¿qué dice la investigación?

Son muchas las consideraciones que podrían hacerse, pero sobre todas quiero destacar, por obvias, las siguientes:
  • La importancia de identificar el talento tempranamente.
  • Con indicadores específicos y no generales.
  • Contemplando las diferencias individuales, y dejando de un lado la obsesión por igualar lo que es diferente.
  • Incluso los intelectualmente precoces presentan entre sí enormes diferencias, como se muestra en la figura adjunta, tomada del artículo. En ella se presentan los logros (en una dimensión longitudinal sin paralelo) de estudiantes precoces situados en el 1% superior, divididos en cuartiles (Q1 a Q4). Las diferencias son enormes y relevantes y ponen de manifiesto también la importancia de adaptar la educación a las mismas.
  • Atendiendo a los indicadores relevantes: verbal, cuantitativo y espacial, junto con otras dimensiones no intelectivas.
  • Adaptando la educación a las necesidades y precocidad intelectual de las personas, como requisito imprescindible para lograr su pleno desarrollo.



Traduzco, para animar a su lectura reposada y completa, el resumen del artículo.

"Se revisan cien años de investigación (1916-2016) sobre los jóvenes intelectualmente precoces, pintando un retrato sobre una fuente de capital humano extraordinario y los tipos de oportunidades de aprendizaje necesarias para facilitar logros excepcionales, satisfacción en la vida y crecimiento positivo. El enfoque se centra en los estudios realizados sobre individuos dentro del 1% superior en general o capacidades específicas (matemáticas, espaciales o razonamiento verbal). Los primeros descubrimientos sobre el fenómeno del talento predijeron lo que científicamente se demostraría cien años después. Por lo tanto, las conceptualizaciones basadas en la evidencia pasaron rápidamente de ver a los individuos intelectualmente precoces como débiles y emocionalmente lábiles a individuos altamente eficaces y resistentes. Como todos los grupos, los estudiantes y los adultos intelectualmente precoces tienen fortalezas y debilidades relativas, que también revelan grandes diferencias en su pasión por las diferentes actividades y su impulso para lograrlas. Debido a que no poseen una multipotencialidad, debemos adoptar una visión multidimensional de su individualidad. Cuando se hace, se predicen resultados a largo plazo tanto educativos como ocupacionales y creativos".


Aquí incluyo el artículo completo que contiene, como se puede suponer, una extensa y valiosa bibliografía. La cita del mismo es: Lubinski, D. (2016). From Terman to Today. Review of Educational Research, 86 (4), 900-944. 

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