ECONOMÍA INFORMAL: ¿CAUSA O EFECTO DE LA POBREZA?POBREZA
En todas las épocas y en todas las sociedades han existido pobres y ricos, ya sean identificados como estamentos o como clases sociales diferenciadas. En el año 2000, en base al grado de desarrollo alcanzado por muchas naciones, se entiende que era inaceptable que siguieran existiendo personas que se acostarán sin comer, sin techo y muriendo desatendidos por sus estados. Es por ello que las Naciones Unidas fijaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
El primero de estos objetivos hace referencia a “poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo” y el número 17 a “fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la alianza mundial para el desarrollo sostenible”. Podemos afirmar desde un comienzo que para combatir la pobreza es necesario promover el desarrollo desde el punto de vista económico y social, que además debe ser sostenible.
SI bien ahora parece que todos estamos de acuerdo en esta ecuación (Desarrollo sostenible = Menos pobreza), cabe preguntarse si es igual de claro que una economía basada en la informalidad es causa o efecto de la pobreza.
¿Qué entendemos por economía informal?
En el 2002, la OIT (Organización Internacional del Trabajo) aprobó la Resolución sobre Trabajo Decente y Economía Informal. Allí se encuentra está definición sobre este concepto: “Todas las actividades desarrolladas por trabajadores y unidades económicas que están —en la ley o en la práctica— no cubiertas o insuficientemente cubiertas por acuerdos formales.”
Es decir, ser informal es no estar protegido por el Estado. Al menos no como lo estaría un trabajador que figura en una plantilla, cuenta con contrato, seguro social, y puede acceder a un régimen de pensiones. Este concepto no se refiere a actividades ilícitas, sino a trabajadores que se ocupan de las mismas actividades que un trabajador formal, sólo que el informal o no tributa o lo hace en menor medida que aquel.
Es interesante citar al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para desterrar la idea que la informalidad funciona como una suerte de seguro de desempleo allí donde el empleo formal escasea. A veces no es sino un mal necesario preferible a tener que dedicarse a actividades ilícitas, pero lo cierto es que quien se encuentra en el sector informal tiende a perder su trabajo con mucha más frecuencia que quienes disponen de un trabajo en regla. El siguiente gráfico, elaborado por la división de Mercados Laborales y Seguridad Social del BID en base a encuestas en hogares de Argentina, Paraguay y Perú, corrobora lo manifestado.
¿Qué es el desarrollo sostenible?
“Los seres humanos constituyen el centro del desarrollo sostenible.”Informe Brundtland
El concepto como tal fue definido en el Informe Brundtland en 1987 —realizado por la ex ministra noruega Gro Harlem Brundtland— como “aquél desarrollo que es capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos y posibilidades de las futuras generaciones.” *(1)
Este concepto nos lleva al respeto del medio ambiente, al cuidado de los recursos limitados de nuestro planeta y a su uso racional. En el Informe Brundtland ya se denunciaba la desigualdad y el impacto ambiental del ser humano como los principales peligros para la supervivencia de la humanidad.
Así, teniendo claros ya estos dos conceptos, informalidad y desarrollo, podemos pasar a tratar el tema de fondo: la desigualdad y su relación con la economía informal.
Desigualdad y Economía Informal
Vivir dentro de una sociedad civilizada que se precia de estar organizada, donde el Estado tiene que, entre otras funciones, satisfacer las necesidades de su población, nos enfrenta al problema de la calidad, alcance y nivel de satisfacción que los ciudadanos perciben en los servicios públicos.
Los servicios de salud, educación, seguridad, transporte, etc. requieren de recursos económicos para la provisión de los bienes públicos que se necesitan. Dichos recursos económicos tienen como fuente principal la tributación de sus ciudadanos. El empleo informal no tributa; sin embargo, estas personas utilizan y necesitan de los mismos servicios públicos que quienes cotizan, que acaban asumiendo esta carga económica. Los impuestos no recaudados afectan entonces a la calidad y cantidad de los servicios, generando un problema social.
Muchos investigadores consideran que la desigualdad conduce hacia la informalidad, pero no todos achacan a este hecho connotaciones negativas. Pensemos en el fenómeno del uso de la tecnología para dar un servicio y generar ingresos extras. Éste sería el caso de la llamada Economía Colaborativa, en la que se dan intercambios de productos o servicios de manera informal desde el punto de vista legal, pero que sirve a las comunidades para lidiar con su situación de pobreza. La innovación, la inventiva, crea nuevas categorías antes no existentes que contribuyen a una mejora de la situación económica. En este artículo se explica en detalle el fenómeno de la Economía Colaborativa.
En el año 2007, los investigadores Chong y Gradstein desarrollaron un modelo teórico que mostraba una relación positiva entre el nivel de desigualdad de una economía y el tamaño del sector informal. Lo explican a través del siguiente proceso: en los países con altos niveles de desigualdad, los beneficios de la formalidad son menores para los individuos más pobres, que no logran apropiarse de su productividad en el marco de mercados laborales imperfectos, lo cual se agudiza por las debilidades de sus instituciones. Esto pasa en América Latina prácticamente como una constante.
Al existir altos costos fijos en el sector formal se prefiere el informal. Tener sociedades diseñadas para un escenario ideal de formalidad es algo que se debe replantear. Cambiar la máxima de “pocos que pagan mucho”, a “muchos que pagan poco”, diciendo esto en términos tributarios pero extendiéndolo a los derechos de propiedad en su conjunto. Lo cual implica políticas que permitan una mejor protección que favorezca el acceso a la “formalización”. Dicho de otro modo, una carga impositiva más baja para las clases más humildes, y por consiguiente una mayor para las clases altas.
¿Es la economía informal causa o efecto de la pobreza?
Más que un efecto o una causa de la pobreza es una oportunidad para salir de la misma o para sobrevivir en tanto el Estado no formule un modelo económico que privilegie la formalidad, en el caso de Latinoamérica, o reformule las políticas fiscales que permiten las bajas tributaciones de los más ricos, en el caso europeo.
Especialmente, en América Latina es importante mejorar el modelo económico y fortalecer las instituciones. Las leyes deben servir para proteger al ciudadano y no para justificar a la burocracia: menos leyes pero más eficientes.
El economista Hernando de Soto lo entendió así hace treinta años cuando publicara el libro “El otro sendero”. Identificó el problema en Perú y planteo la solución. Se fijó en que el sistema legal imperante es el que obstaculiza el salir de la pobreza al no permitir que los pobres junten sus recursos y los protejan. Ahora bien, no es que los pobres no sepan reconocer sus derechos, sino que no son reconocidos por el marco legal formal.
La economía informal debe ser abordada como una oportunidad para corregir el marco normativo en América Latina. Aunque la economía informal no se da exclusivamente en familias con rentas bajas, la evidencia real bien analizada indica que surge como una necesidad de subsistir. El Premio Nobel Amartya Sen indica que las necesidades varían de persona a persona, por lo que en lugar de éstas prefiere usar el término realizaciones:
“Una realización es un logro, mientras que una capacidad es la habilidad para lograrla. Las realizaciones están, en cierto sentido, más ligadas con las condiciones de vida, puesto que son diferentes aspectos de las condiciones de vida. Las capacidades, en contraste son nociones de libertad en el sentido positivo del término: las oportunidades reales que se tienen respecto de la vida que se puede llevar.”Amartya Sen, “The Estandart of Living”
Desde este punto de vista, la economía informal supone una oportunidad de realización que no nace necesariamente de la pobreza, aunque en un contexto de pobreza podemos encontrar un mayor porcentaje de individuos que realicen actividades informales.
Aprovechemos la oportunidad que nos brinda este vasto sector —alrededor del 30% de la economía en América Latina es informal— para incorporarlo a la formalidad con reglas sencillas y con beneficios que hagan atractiva para los actores dicha incorporación. En pocas palabras, los incentivos de ser formal deben ser mayores al de la informalidad.
*1) Para profundizar más en estos conceptos, es recomendable leer “Del desarrollo sostenible según Brundtland a la sostenibilidad como biominesis”, de Roberto Bermejo Gómez de Segura.
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