sábado, 6 de agosto de 2016

Educación, innovación política y nueva ciudadanía

Educación, innovación política y nueva ciudadanía

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*  Por Vladimir Hernández B
Parece indudable la pertinencia de los procesos relacionados con nuevas ciudadanías y programas de innovación política que buscan adherir al individuo atributos y roles de participación y construcción activa. Sin embargo, a pesar de los resultados y bondades propias de los modelos de innovación política, estos parecen aferrarse a las dinámicas de la emergencia, de lo coyuntural y reaccionario, evadiendo el reto de instalar capacidades que a largo plazo den cabida a iniciativas de transformación social profundas donde lo que hoy parece ser la moda se convierta en elementos del común que planteen nuevas posibilidades, competitividades y posibiliten conceptos de progreso más acordes a las necesidades de los territorios que a las realidades económicas globales.
Pocas son las experiencias que generan apuestas transformacionales generacionales, y aún son menos aquellas cuyas apuestas estén inmersas en dinámicas de renovación continua o quizá innovación sistémica que les permitan ser apropiadas o desaparecer sin más de ser necesario, parece que a pesar de nuestra consciencia innovadora conservamos el deseo de perpetuar aquello que pretendemos instituir como verdad. Hoy en día nos preocupamos más por la sostenibilidad de aquello que creamos que por brindarle a nuestras iniciativas dinámicas y elementos de “diseño transformacional” que le permitan mutar y evolucionar a pesar de nosotros.
Es así, partiendo del reconocimiento de que nos hemos aferrado a lo coyuntural, reaccionario y mediático como se hace visible la necesidad de apropiar sistemas y mecanismos que garanticen nuestro relevo generacional y el de nuestras ideas. Para ello, el campo y los sistemas educativos se perfilan como mecanismo interesantes que nos permiten apostarle a la formación de nuevas ciudadanías acordes a realidades diferentes, evolutivas y porque no aleatorias que requieren capacidades y competencias variables de acuerdo a las carencias y oportunidades ligadas a las construcciones territoriales.
No necesitamos únicamente nuevas ciudadanías, sino ciudadanías mutables que evolucionen de acuerdo a los momentos históricos y capaces de evaluar y contrastar realidades diversas en pro de alcanzar objetivos humanos superiores a aquellos relacionados con la contemporaneidad, necesitamos ciudadanías capaces de perseguir determinismos superiores a aquellos que se nos permite y que se limitan a nuestra permanencia.
Es necesario entonces iniciar revoluciones o innovoluciones educativas como lo plantea Cristobal Cobo en sus estudios sobre el “aprendizaje invisible”, innovaciones que instituidas en un sistema que quizá nos sobreviva se conviertan en la apuesta a futuro que le permitirá a nuestros niños “hacer posible el mundo”, y hacerlo posible a través de actitudes y aptitudes que dinamicen actores y problemáticas para modificar las realidades que les atañen por variables temporales, geográficas, políticas, etc… Es necesario iniciar procesos educativos donde lejos de transversalizar contenidos y necesidades económicas basadas en el PIB, se transverzalicen territorios y retos para garantizar la abundancia y el bienestar.
TOMADO DEL BLOG ASUNTOS DEL SUR

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