sábado, 17 de octubre de 2015

SUPERVIVIENTES DE LA EDUCACIÓN


Según escribe Kevin Ryan en su libro “The Induction of New Teachers”, hay 4 fases en la carrera profesional de un educador.
4
Fantasía
Supervivencia
Dominio
Impacto
SUPERVIVIENTES-DE-LA-EDUCACIÓN-02-INED21
Fase 1
FANTASÍA
Muchos docentes creen que si se convierten en amigos de sus alumnos y les llenan su jornada de actividades divertidas, su actividad docente será plena y sus alumnos aprenderán a buen ritmo. Esto ocurre, sobre todo, en el primer año de experiencia docente.
Fase 2
SUPERVIVENCIA
Un docente se encuentra en esta fase cuando repite prácticas docentes que no son eficaces, pero que, de alguna manera, le sirven para llenar el día. El progreso de sus alumnos no es claro. Depende en gran medida de un libro de texto y otros materiales conseguidos de una editorial para transmitir la materia y la culpa de que sus alumnos no progresen a buen ritmo se debe (siempre según ellos) a otros factores. Excusas tales como: las familias de sus alumnos, la administración, la financiación de la educación, el grupo que le ha tocado que “no quieren hacer nada”… [inserte aquí el lector la excusa que haya escuchado con más frecuencia]
Fase 3
DOMINIO
Los profesores en la fase de dominio tienen 3 características principalmente: Saben gestionar el aula, Aplican el “Efecto Pigmalión” y diseñan e implementan buenas Unidades Didácticas. Los profesores en esta fase analizan resultados y buscan soluciones cuando el progreso de alguno de sus alumnos no es el esperado. Digamos que los profesores en esta fase hacen todo lo que se espera de un buen profesional docente.
Fase 4
IMPACTO
Los profesores tienen un impacto en la vida de sus alumnos cuando consiguen que esta cambie para siempre (y para bien). Son profesores que abren la puerta para que el alumno inicie su propio camino de aprendizaje. Además de manejar la clase a la perfección, los profesores en esta etapa consiguen que se cree una relación personal entre ellos y sus alumnos que poco tiene que ver con la amistad. Se trata de una relación de afecto y respeto mutuo por la cual los profesores siempre serán un referente en las vidas de sus alumnos, a pesar de que no compartan momentos de ocio ni puedan tratarse como iguales.
Los profesores deberían progresar de la primera a la cuarta fase. Sin embargo, desde mi humilde experiencia, muchos de ellos no consiguen pasar de la segunda fase. De hecho, a veces siento que algunos no tienen ningún interés en superar esta segunda etapa en su carrera profesional.
En el otro extremo, leo atentamente artículos de compañeros docentes que coinciden en la necesidad de llegar a la fase 4. Veo comentarios en redes sociales que repiten una y otra vez citas que deberían motivarnos para poder ser una inspiración en la vida de nuestros alumnos.
Sin embargo, echo en falta consejos concretos, técnicas que funcionan y que nos lleven a dominar el aula, a proveer una educación rigurosa y de calidad sin la cual es imposible alcanzar el último estadio de nuestra carrera.
Echo en falta verdaderos profesionales de la educación que consigan mejorar la educación en el lugar donde verdaderamente se puede transformar: el aula.
¿No será que queremos llegar a transformar la vida de nuestros alumnos
sin antes dominar perfectamente la profesión?
Podemos tener las mejores intenciones del mundo y los valores humanos más altos, pero si no somos capaces de dominar nuestro oficio, difícilmente podremos ayudar a que otros consigan sus metas y crezcan como ciudadanos.
Si somos simplemente supervivientes de la docencia,
NO podremos contribuir a que nuestros alumnos vivan plenamente.
Tomado del blog INED 21

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