EL PSICÓLOGO ALFREDO HERNANDO HA VIAJADO DE ESPAÑA A JAPÓN PARA DESCUBRIR CUÁLES SON LOS MEJORES PROYECTOS EDUCATIVOS
El niño que fue Alfredo Hernando no se parece en nada al alumno que él mismo ha encontrado, indefectiblemente, en todas las escuelas que ha visto. En su primer día de clase, con dos años, lo sacaron a un patio en el que solo vislumbraba tres grandes muros y una alcantarilla enorme sobre la que él levantaba apenas tres palmos. “¿Pero qué es esto? ¿Cómo nos pueden traer aquí?”, recuerda que pensó. Ese otro alumno, el que encuentra siempre, ni siquiera repara en el recreo. “Me ha llamado mucho la atención. En un colegio, en otro, en otro… siempre hay alumnos que se quedan en el aula y no distinguen entre el tiempo libre y el de clase”, explica.
Hernando, de 34 años, es un investigador que ha dado la vuelta al mundo visitando colegios con proyectos innovadores, centros donde profesores a solas, con las familias o con respaldo de sus gobiernos han conseguido enseñar y apasionar a sus alumnos. Durante casi un año —con alguna pausa— este psicólogo de Aranda de Duero (Burgos) paseó por escuelas en Estados Unidos, Colombia, Perú, Chile, Brasil, Ghana, Indonesia, Bangladesh, Japón, Italia, Finlandia, España… Todo empezó, rememora, “como surgen este tipo de proyectos que unen lo vital con lo profesional”.
Mientras estudiaba Psicología pensó que le interesaba más la educación que montar una clínica. También sus viajes tenían otro tono vital. En lugar de un mapa de monumentos o montañas, Hernando hizo uno de colegios innovadores a los que quería asistir. “La primera semana que pasé en Nueva York iba todas las mañanas a las ocho a ver una escuela. Y el sábado, me preguntaba: ¿Pero qué estoy haciendo?”, recuerda entre carcajadas.
Aprovechó congresos y vacaciones para visitar por su cuenta todos los seleccionados. Los llama Escuelas21 y están recopilados en un libro recién editado con la Fundación Telefónica, Viaje a la escuela del siglo XXI. Así trabajan los colegios más innovadores del mundo, que ayer presentó en Madrid y hoy en Barcelona. El documento, que se puede bajar gratis en Internet y lleva ya más de 25.000 descargas, es un manual para transformar los centros y “ayudar a que todos los alumnos tengan éxito”, promete Hernando.
En su libro recoge la experiencia de centros españoles como el centro de formación Padre Piquer de Madrid, que utiliza aulas cooperativas en las que colaboran profesores y alumnos. O el concertado Montserrat de Barcelona, que aplica la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, entre otras innovaciones. Es con el que Hernando se quedaría si tuviera que elegir solo uno de todos los que ha visto.
Si la cuestión fuera señalar un solo docente de los cientos conocidos, elegiría a Morten SmithHansen, profesor de Español e Historia en Bachillerato en el centro Ørestad Gymnasium de Copenhague. Smith-Hansen, también de visita en Madrid por la presentación del libro, explicaba ayer cómo trabaja. “Tengo una clase con 28 chicos, desde hijos de inmigrantes en paro a alumnos con muchos recursos por parte de la familia. Y todo lo que hay entre ambos. No tiene sentido que yo esté en mi pizarra divulgando una verdad académica que es para tres personas”. La solución que encontró fue convertirse en una especie de profesor particular de cada uno de sus estudiantes con ayuda de las nuevas tecnologías. Para enseñar gramática, por ejemplo, cada alumno debe abrir un documento en la nube (un escrito compartido en red al que pueden tener acceso distintos usuarios). Allí le cuentan lo que sabe de gramática, él les responde, se abre un diálogo y consigue que cada cual mejore sobre su propia base.
¿Es fácil cambiar una escuela? Hernando considera que sí. “Hay muchos colegios con inmensas ganas de hacer cosas que te abren sus puertas. Los profesores se sienten atraídos por otros que tienen éxito con sus alumnos… Los que están generando el cambio en España son docentes que tienen interés. Mucha gente se ha dado cuenta de que necesitamos otra escuela. Ese es el primer paso. El segundo es saber cómo la queremos y esto es imparable”, explica. Y concluye con una sonrisa: “La educación está de moda”.
Tomado de Centro de debate y desarrollo.
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